Por Helena García Moya
Tutora grupo Monet
Aunque cada día sea diferente, en esta primera década de vida hay muchos recuerdos y sensaciones que se repiten.
El despertador suena y el cansancio se nota, pero la ilusión es más fuerte. Después de meses de preparación intensa, ajustes de espacio, materiales y reuniones interminables, todo está listo. Hoy es el día.
El sol de septiembre ofrece sus primeras sombras en el «cerro,» donde los pájaros cantan y la vida se despliega. Paseando y revisando que todo esté en su lugar, observamos insectos, una muda de serpiente y las madrigueras de los conejos que ya conocen el jardín.
A partir de hoy, un grupo de niños y niñas tendrá que aprender a compartir este espacio, sin interrumpir la vida que ya se ha establecido. Este cerro se convertirá en un símbolo del colegio, transformándose con el tiempo, igual que las personas que lo habitan.
La excitación se apodera de los corazones de los educadores. Se abren las puertas y allí están: niños, niñas, familias y educadores, unidos por una ilusión común y una visión de vida. Buscan un lugar donde aprender, crecer e innovar de manera coherente, formando una sociedad/escuela plural y respetuosa con la naturaleza.
La mañana transcurre entre idas y venidas, preguntas ingeniosas y situaciones naturales de llanto y risa. Estos momentos, lejos de ser incómodos, son oportunidades para construir a partir del diálogo, con compromiso y respeto. Los espacios vivos, aunque complejos, son ricos en posibilidades y experiencia, requiriendo reflexión, creatividad y crítica constructiva.
Hoy, diez años después, celebramos la fuerza y el compromiso que nos unieron. CreaNova continúa abriendo las puertas cada día con la misma ilusión y fuerza que aquel septiembre de 2015.
¡Felicidades, CreaNova School!